La Reina Astrid de Bélgica

Monumento en memoria a la Reina Astrid de Bélgica

La reina Astrid de Bélgica ha sido muchas veces comparada con la Princesa Diana de Gales, tanto por su belleza, su carácter solidario, y sobre todo, por su trágica muerte. La princesa Astrid nació en Suecia el 17 de noviembre de 1905, hija menor Príncipe Carlos, Duque de Vastergotland, y la Princesa Ingebord de Dinamarca. Sus abuelos eran el rey Oscar II de Suecia y el rey Federico VIII de Dinamarca.

La hermana mayor de Astrid, Margarita, se casó con el príncipe Axel de Dinamarca. Su otra hermana, Marta, lo hizo con el rey Olaf V de Noruega. Después de una típica infancia y adolescencia en la corte escandinava, Astrid se casó con el príncipe Leopoldo de Bélgica. Cuando el rey Alberto I y la reina Isabel de Bélgica anunciaron la boda de su hijo, la reina insitió en que había sido un matrimonio por amor.

Leopoldo y Astrid se casaron en Bruselas el 10 de noviembre de 1926, y a Astrid se le concedió el título de Duquesa de Brabante. El pueblo belga la llevó en su corazón desde el principio. Su comprensión y su amor por el príncipe y el pueblo belga saltaban a la vista.

Su primer hijo, Josefina Carlota, nació en octubre de 1927, y el primer hijo varón, el príncipe Balduino, nació tres años más tarde. La pareja vivía en Stuyvenverg junto con su joven familia. La princesa Astrid era tan popular, que se encargaba incluso de la cocina de su casa, para luego salir a pasear con sus hijos. A pesar de las protestas de sus escoltas, la princesa siempre quiso estar cerca del pueblo.

Su vida cambió totalmente cuando, en febrero de 1934, el rey Alberto, un ávido alpinista, tuvo un accidente escalando, falleciendo a los pocos días. Unos días más tarde, el nuevo rey la reina harían su entrada solemne en el parlamento con sus dos hijos. El rey Leopoldo III juró lealtad a la constitución, y la reina Astrid levantó a su hijo, ofreciéndolo a su país.

La popularidad de la familia real era muy grande. Los actos de caridad de la reina Astrid, su generosidad extrema y su amor por su esposo, sus hijos y por Bélgica la hacían entrañable a ojos de todo el país. En junio de 1934, la pareja tuvo un nuevo hijo, Alberto. Se dice que, uno de los grandes pesares de la reina Astrid era que no podía pasar todo el tiempo que quisiera con sus hijos.

En agosto de 1935, la familia real se fue de vacaciones a orillas del Lago de Ginebra, en Suiza. El día que tenían previsto regresar a casa, Leopoldo y Astrid decidieron pasarlo en las montañas. El rey conducía su coche con su esposa al lado.

Sin saber muy bien aún porqué, el coche se salió de la carretera y cayó a un barranco. La reina Astrid fue despedida violentamente fuera del automóvil. Los testigos cuentan que Leopoldo gritó su nombre desgarradoramente con el cuerpo sin vida de su esposa en su pecho.

Hoy en día, la reina Astrid está enterrada en la cripta real de la Iglesia de Notre Dame en Bruselas

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