Los secretos del chocolate belga
El chocolate es un placer artístico. Así como el café, la cerveza, el whisky o el tabaco -entre muchos otros artículos- tienen adeptos y clubes especializados a lo largo de todo el mundo, el chocolate se alza en Bélgica como una de las principales atracciones. No es sólo un buen regalo para turistas y fanáticos de las golosinas, es también un mercado gigantesco. Hay datos que hablan por sí mismos.
Características y datos del chocolate belga
Según cifras oficiales, las fábricas belgas producen más de 220.000 toneladas anuales de chocolate, o lo que es igual: genera un mercado superior a los 57 millones de euros. Sólo en consumo interno, sin contar exportaciones ni compras del circuito turístico, se calcula que cada hogar gasta unos 240 euros anuales en chocolate, una de las cifras más altas del continente europeo, sólo comparable con las de Suiza, donde este producto también tiene fama internacional.
Y aunque parezca extraño, dados estos números, no hay problemas con el sobrepeso en la sociedad belga. Por el contrario, está instalado el concepto de Consumo funcional de chocolate, directamente relacionado con la salud emocional y sexual. Hay investigaciones científicas que certifican, tanto en hombres como en mujeres, que mejoran y estimulan el goce sexual porque estimula áreas específicas del cerebro. Al mismo tiempo mejora el humor y la sociabilidad.
Las principales empresas dedicadas a este rubro, por ejemplo Godiva, Corné, Neuhaus, Léonidas o Marcolini, ofrecen todas un trabajo artesanal. Los maestros chocolateros se detienen específicamente en este punto para promocionar sus productos. Aseguran que es el mejor chocolate del mundo, porque utilizan la calidad más exclusiva de habas que se puede encontrar. Algunas, se sabe, compran la materia prima en Perú, otras directamente no revelan sus fuentes. Las recetas, en todos los casos, son celosamente guardadas. Algunas explican el proceso, pero nunca dan todos los datos de la manufacturación.
Una de las principales razones de la calidad belga reside en el especial cuidado especial en la torrefacción (proceso químico de las habas), la calidad del azúcar que se utiliza, la cantidad mínima de cacao estimada en un 43% y, sin dudas, la pasión de los artesanos.
Los especialistas en la materia se reúnen en la asociación Best Belgian Chocolate of the World, desde allí se piensan estrategias de promoción a nivel mundial, se intercambian métodos de fabricación a nivel tecnológico y se compara la evolución de las ventas y su calidad. El mercado chocolatero belga está en movimiento constante en la busca de la excelencia y el cuidado intensivo de la tradición. Los turistas que se acerquen a las miles de boutiques podrá experimentar, y sorprenderse, con los resultados.
Si estáis de vacaciones en cualquier punto del país belga, ya os daréis cuenta de la gran cantidad de tiendas que hay dedicadas al mundo del chocolate. Son toda una obra de arte, y no solo para los sentidos…
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Foto vía: morika