La Exposición Universal de Bruselas de 1958

Expo Bruselas 58

El efecto que produjo en Europa y en el mundo la Segunda Guerra Mundial fue devastador en todos los sentidos. A los millones de muertos y las ciudades arrasadas hay que añadirle el componente psicológico que empapó especialmente el continente europeo de una nube gris de tristeza y abatimiento.

Hubo que esperar más de diez años para que todos los países del mundo se reunieran en torno a un evento digamos que festivo. Fue la Exposición Universal de Bruselas de 1958, que se celebró entre el 6 de julio y el 29 de septiembre de ese año. Sin duda la exposición más famosa durante la época de la Guerra Fría.

Y fue famosa en este sentido porque en ella tanto Estados Unidos como la Unión Soviética demostraron su poderío militar y político sobre el resto de las naciones. A pesar de las buenas relaciones que todo el mundo intentaba mantener, esta exposición supuso tal vez el primer momento de tensión entre ambas superpotencias.

Cuentan los historiadores que precisamente la Expo de Bruselas fue concebida a modo de competición pacífica entre Oriente y Occidente. Todos querían mostrar lo mejor de su industria, sus avances científicos y cómo se habían rehecho de los desastres de la Gran Guerra. Curiosamente el lema de la exposición fue «Por un mundo más humano»…

Aquella exposición significó también el primer acontecimiento mundial en el que pudo verse el crecimiento que los diferentes países habían experimentado en este tiempo de posguerra. Otros, como Alemania, Italia o Japón, las potencias del Eje, buscaron seguir lavando su imagen internacional.

Pero el verdadero símbolo de aquella exposición, y que aún hoy perdura como testigo de aquel evento, es el célebre Atomium de Bruselas, construido para la ocasión. A pesar de que se levantó con la idea de que permaneciera solo durante el tiempo de la Exposición, con el paso de los años se ha convertido en uno de los grandes símbolos de la ciudad.

Las conocidas esferas que todos imaginamos de este monumento hacían alusión al uso pacífico de la energía nuclear, precisamente uno de los temas más candentes en el mundo de aquella época, dividido entre los pro-nucleares y los anti-nucleares.

Lo cierto es que la Exposición Universal de Bruselas de 1958 supuso un empujón amistoso que todos los países del mundo se dieron entre sí. El ambiente no era aún el más adecuado, pero ni que decir tiene que aquello sirvió para estrechar relaciones.

 

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