Historia de Bélgica, la Edad Moderna

Coronación de Carlos V

Hoy continuamos con nuestros artículos referentes a la historia de Bélgica. Siempre es interesante conocer un poco sobre los aspectos más importantes a nivel histórico del país que pretendemos visitar. Si hace unos días le dedicábamos un apartado a la Edad Media, hoy seguimos nuestro recorrido para acercarnos a la Edad Moderna.

Esta época se inicia con una serie de hechos fundamentales en la historia del país. En 1477 Carlos el Temerario, duque de Borgoña, moría ante las murallas de Nancy. Aquel mismo año, su hija María aportó como dote el poderoso ducado, al que pertenecían las tierras belgas, a su esposo, Maximiliano de Habsburgo. En 1482, María murió de forma imprevista por una caída de caballo y Maximiliano, con el fin de mantener la paz con Francia, cedió Borgoña a Luis XI, conservando para sí los territorios de más allá del río Escalda.

Con el matrimonio de Felipe el Hermoso y Juana de Castilla, llamada Juana la Loca, en 1493, el imperio se extendió a España. Cuando el futuro Carlos V vino al mundo en Gante el 24 de febrero de 1500, puede decirse que era dueño del más vasto imperio de Europa. En la primera mitad del siglo XVI se decide la suerte de Bélgica y Holanda, unidos bajo Carlos V. Las diferencias religiosas fueron las primeras que dividieron a la población. La ocupación militar española y la dura política de Felipe II provocaron las primeras y violentas sublevaciones patrióticas.

En 1576 los Estados Generales reunidos en Gante presentaron al rey de España las demandas de la patria común belga y holandesa. En 1579, en Utrecht, las Provincias Flamencas Reformadas formaron una unión de siete provincias, en contraposición de las diez provincias católicas, flamencas y valonas, que causó la división definitiva que hoy puede verse en las fronteras.

Tratado de Utrecht

Las provincias del norte estaban dentro de la órbita germánica, mientras que las provincias meridionales, los Países Bajos católicos, siguieron perteneciendo a la corona española. Los reyes españoles continuaron reinando en los Países Bajos por medio de gobernadores. Durante ese período, Bélgica conoció su máximo esplendor en las artes y la economía.

Durante el siglo XVII, Bélgica sirvió de campo de batalla a Habsburgos y Borbones. Una y otra vez, los franceses devastaron ciudades y campos, desmembrando las provincias valonas y flamencas, provocando el bloqueo del Escalda al norte y causando grandes estragos en la economía. Con el Tratado de Utrecht de 1713, Bélgica y los Países Bajos pasaron de la corona española a la casa de Austria.

Aún así, los belgas nunca estuvieron contentos con el dominio austriaco, por lo que la invasión francesa en 1794 fue recibida al principio como una liberación. Napoleón aportó a Bélgica la apertura del Escalda, y en especial, el desarrollo del puerto de Amberes, la supresión del principado episcopal de Lieja y la actual organización administrativa.

Así se llega entonces a la época de la definitiva independencia belga, apartado que recogeremos en nuestro próximo artículo de la historia de Bélgica.

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