Chatelet, en el corazón de René Magritte
Bélgica es de esos países en donde los secretos y los tesoros ocultos están a la orden del día. Turísticamente hablando tiene grandes joyas en forma de ciudades por todos conocidas en las que se pierden los turistas. Sin embargo, en este país yo os recomendaría alquilar un coche y salir a la aventura, porque os encontraríais muchas sorpresas.
Una de ellas nos la encontramos nosotros casi a las afueras de Charleroi. Apenas a ocho kilómetros de esta ciudad tenemos Chatelet, un lugar a orillas del río Sambre que a nosotros nos resultó especial, y ahora sabréis porqué. En sus inicios fue una de las ciudades más importantes de la región de Lieja, aunque no fue hasta bien entrado el siglo XVIII y XIX cuando adquirió importancia gracias a la revolución industrial.
De aquella época nos queda el recuerdo de muchas de sus calles, casas y plazas. Con aquella revolución industrial llegaron a la ciudad muchos trabajadores, que se encargaron de la minería, la agricultura y la cerámica, de la que aún hoy hay vestigios y artesanos manuales en Chatelet. Pero, ¿porqué nos gustó especialmente Chatelet?.
Tengo que reconocer mi admiración por uno de los más grandes artistas que ha dado Bélgica, René Magritte. Aunque se conozca poco de la infancia de este pintor surrealista, buena parte de ella la pasó en Chatelet, donde realizó sus primeros cursos de pintura. Sin ir más lejos la ciudad tiene un aura especial a Magritte que se deja sentir nada más que pisas su centro urbano.
Precisamente hay una especie de Ruta de René Magritte, ya que muchas calles tienen decoraciones que recuerdan a muchas de las pinturas del artista, como las farolas de las calles, que están cubiertas con los célebres sombreros-bombines que solía utilizar el pintor tanto para vestir como para representar en sus cuadros. Qué homenaje tan bonito y surrealista…
Además de este bello y nostálgico recuerdo a Magritte, en Chatelet debéis visitar la Capilla de San Roque, construida en 1626 en estilo barroco, aunque aquí la conozcan como la Casa Española, ya que data de la época en la que las tropas españolas ocupaban Chatelet, además de la bellísima Iglesia de San Pedro y San Pablo, cuyas torres pueden verse casi desde cualquier punto de la ciudad.
Pero Chatelet es un lugar también que muchos turistas, sobre todo lugareños belgas, escogen para hacer un poco de turismo rural y darse una escapada de fin de semana por la naturaleza. La ciudad está rodeada de una espesa arboleda por la que podéis hacer muchas rutas de senderismo.
Ya sea por el aura nostálgica de Magritte que nos imprimió Chatelet o por su bello entorno natural, la consideramos una de esas pequeñas joyas que Bélgica guarda con cariño. Es hora de que también la descubráis vosotros.
Excelente página. Muchísimas gracias.