La Abadía de Sint Truiden
Trudo era un noble franco que vivió en el siglo VII en el lugar que más tarde se convertiría en lo que hoy es la ciudad de Sint Truiden, en la provincia de Limburgo. Su apodo era el Apóstol de Haspengouw, y desde muy joven entró en el seminario para estudiar el sacerdocio.
Al concluir sus estudios, regresó a casa y allí fue edificando una iglesia, sobre el año 650, templo que en el siglo X se convertiría en una abadía de gran tamaño. Durante el siglo XI, alrededor de esta abadía, fueron construyéndose una serie de casas, naciendo lo que hoy es Sint Truiden, precisamente en torno a su Abadía de Sint Truiden.
Cuentan las historias de la época que eran miles los peregrinos que comenzaron a dirigirse a la abadía desde el siglo XI, tras los pasos de los milagros que se contaban de Trudo. Así fue creciendo la ciudad de Sint Truiden, gracias al enorme flujo de personas que cada día llegaban a la abadía, acampando en las afueras de la ciudad.
Por tanto, se puede decir que el origen de Sint Truiden tuvo lugar alrededor de su abadía. Sin embargo, no se quedó ahí su importancia, sino que la Abadía de Sint Truiden se convirtió en un lugar especial para los amantes de la música clásica y los cantos gregorianos. Desde el siglo XII fue centro de composición de manuscritos de música medieval en los Países Bajos.
Sin ir más lejos fue tal la importancia que tuvo la abadía, que desde entonces cada vez llegaban más peregrinos a ella y a la ciudad. En la Edad Media era usual la compra de reliquias, y la iglesia de Sint Truiden se hizo concretamente con las de Santa