El Castillo de Rochefort, la colina de las batallas
El Castillo de Rochefort se encuentra en el centro de la ciudad del mismo nombre. Se menciona por primera vez la presencia de un castillo aquí en el año 1155. En ese momento era propiedad de la familia Montaigu. Más tarde fue propiedad de la familia Walcourt, y era uno de los castillos más grandes de la región. Aunque, a decir verdad, no se sabe mucho de la historia del castillo en aquella época.
Fue construido en un lugar estaratégico, lo que propició que fuera sitiado en varias ocasiones. En 1445 un coronel francés, Nadonnet, y sus soldados establecieron su sede en el castillo para ayudar al señor de Rochefort, Evrard de Marck, sublevado del Duque de Borgoña. Como resultado de ello, el obispo de Lieja sitió el castillo. Después de varios días de asedio, Nadonnet fue sobornado y tuvo que volver a Francia.
En 1651, durante la guerra entre Francia y España, el castillo fue tomado por el coronel Latour, que sirvió a España. En 1653 el castillo fue sitiado por dos veces por las tropas francesas, sin éxito en ninguna de ellas. Más tarde, en 1674, el castillo sirvió como acuartelamiento de las tropas imperiales francesas.
En 1746 el castillo fue totalmente reconstruido, convirtiéndose en un verdadero palacio para el señor de Rochefort. Allí se alojó junto con su ejército. Derribó todo lo que pertenecía a la época medieval y le añadió una gran esplanada y un gran jardín francés.
A finales del Antiguo Régimen, en 1774, el castillo fue asaltado por los enojados habitantes de Rochefort, pasando a formar parte de la familia Stolberg, que lo vendió tras la revolución francesa. El nuevo propietario no podía pagar los gastos de su mantenimiento y comenzó a vender los materiales de su construcción. Esto convirtió el castillo en una verdadera cantera.
Un nuevo castillo neogótico fue construido sobre una pequeña parte de los cimientos originales en 1904. Desde 1966, las ruinas del castillo se han consolidado, y desde 1987 están mantenidas por la Fundación de los Amigos del Castillo de Rochefort.
El castillo se puede visitar, además de ver su pequeña exposición arqueológica. Realmente no se trata de un castillo muy espectacular, sin embargo, si estáis en Rochefort, bien merece la pena visitarlo. Situaros sobre todo en la gran explanada del frente, y contemplar su belleza.