La Abadía de la Cambre en Bruselas
El pueblo de Ixelles se originó con la fundación de la Abadía de la Cambre, establecida por las Hermanas de la Orden Cisterciense de la Edad Media. Originalmente, la abadía se situó junto a los manantiales del río Maelbeek, en el Bosque de Soignes, cuya parte restante, conocida como el Bois de la Cambre, se halla hoy junto a la ciudad de Bruselas.
No mucho tiempo después de su fundación, la abadía fue consagrada por el obispo de Cambrai. Después de tres siglos de existencia, el convento fue cerrado durante la Revolución Francesa, en 1797, y sus edificios, la mayoría de los cuales datan del siglo XVIII, fueron abandonados.
En 1921 fueron adquiridos por la Liga de Amigos de la Cambre para ser restaurados. Hoy en día, los majestuosos edificios de la antigua abadía no están abiertos al público, ya que es la sede del Instituto Geográfico Nacional de Bélgica y la Escuela de la Cambre, una escuela de artes visuales que toma su nombre de la antigua abadía.
Hoy en día, Ixelles es una de las zonas que más me gustan de Bruselas, con el encantador Bosque de la Cambre, sus parques y sus estanques. La Abadía de la Cambre se sitúa concretamente entre el Bosque de la Cambre y los estanques de Ixelles, unos lagos pequeños situados en un extremo de la Chaussée d’Ixelles.
Lo que queda hoy de la estructura original es la encantadora iglesia de la abadía, la de Nuestra Señora de la Cambre, a la que se puede acceder desde tres patios adyacentes. A pesar de que data del siglo XIV, se integra perfectamente en los otros edificios del siglo XVIII que la rodean, dando la impresión de unidad.
La iglesia muestra una interesante mezcla de estilos gótico y barroco. Si camináis por su interior os deslumbrará la simplicidad de su diseño. La vista os llevará a contemplar el cuadro de La Burla de Cristo, una obra maestra de Albert Bouts que muestra a un Jesús triste, salpicado de sangre. Las ventanas del claustro están decoradas con el escudo de armas de más de 40 abadesas.
En el interior de la iglesia también se puede ver la preciosa capilla de San Bonifacio, obispo de Bruselas durante el siglo XIII. El ataúd donde descansan sus restos es pequeño y, según cuenta la leyenda, sólo contiene algunos restos del obispo, ya que los demás fueron profanados en la época de las guerras religiosas del siglo XVII.
El parque que se sitúa tras los edificios de la abadía fueron diseñados cuidadosamente al estilo francés. Fueron restaurados por el arquitecto paisajista Jules Buyssens entre 1930 y 1932. A diferencia de los antiguos edificios de la abadía, estos hermosos jardines están abiertos al público. Son un oasis de tranquilidad y un lugar ideal para relajarnos, a pocos minutos de la bulliciosa avenida Louise.
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