Leopoldo II de Bélgica y la colonización del Congo

Leopoldo II

El reinado de Leopoldo II, nacido en Bruselas en 1835 y miembro de la dinastía de Sajonia-Coburgo, fue un claro ejemplo de como el progreso a veces puede tener un precio demasiado alto. A pesar de haber sido un gran diplomático y de haber conseguido llevar a Bélgica al nivel de otras potencias imperiales, lo cierto es que su afán desmedido por los negocios y las crueldades cometidas durante el dominio belga del Congo, fueron las principales razones por las que consiguió sus méritos.

Los primeros pasos para la colonización del Congo fue la creación de una asociación, supuestamente para el estudio y la conservación de las culturas africanas llamada Asociación Internacional Africana. Durante la conferencia internacional celebrada en Berlín en el año 1885, las potencias europeas se repartieron el entonces desconocido continente africano, siendo el «Estado Libre del Congo» asignado a Leopoldo II. Después financió la famosa expedición de Henry Morton Stanley para recorrer y explorar la cuenca del río Congo, en busca de lugares apropiados para establecer colonias.

Aunque la colonización de las tierras congoleñas se realizó bajo la bandera del humanitarismo y la civilización, lo que ocurrió no pudo estar más lejos de estos principios. En los primeros años de colonización, poco se sabía en otros países de las condiciones en que vivían los habitantes, una época marcada por la despiadada crueldad de los tratantes de esclavos y los horrores de la guerra en forma de milicia caníbal (reclutada entre los más salvajes guerreros del Congo) a las órdenes del soberano belga.

Cerca de 10 millones de congoleños perdieron la vida durante los 25 años de colonización, además de un incontable número de ellos que fueron convertidos en esclavos. Mediante la firma de contratos, Leopoldo II se aseguró de que, al menos de forma «legal», los jefes tribales (que no debían ser muy conscientes de lo que firmaban) le entregasen prácticamente todo lo que poseían.

Gracias a las presiones ante los diferentes gobiernos europeos de diversos periodistas, escritores (entre ellos Mark Twain), políticos y misioneros, le fue revocada a Leopoldo II la propiedad de la colonia del Congo, pasando desde entonces a manos del congreso y del gobierno de Bélgica, poniendo punto y final a uno de los episodios más oscuros y crueles de la historia belga.

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